9 mar 2013

Capítulo catorce: No es él.

Bueno, como primera instancia les quiero pedir disculpas por la demora en éste capitulo. Hubiera deseado subirselos mucho antes pero mi vida en general se complicó mucho. Gracias a los seguidores de siempre y espero no haberlos perdido en estas tres semanas. Dejen su comentario! Gracias, Mica :D




Capitulo 14

No es él 





Quería irme de aquel lugar. No deseaba salir a bailar al boliche, ni salir a embriagarme. No deseaba quedarme allí, pero tampoco quería irme.

Se suponía que ese iba a ser el viaje mejor recordado de nuestras vidas, sin embargo yo, deseaba hundirlo en el olvido para no sufrirlo ni un segundo más.

La manera en que había actuado para con Ryan desde que habíamos llegado no fue lo correcto. Eso, solo había echo que la ruptura de hacía apenas unos momentos, le doliera más.

Me sentía fatal, porque si bien sabía que lo que estaba bien era haber aclarado mis sentimientos a Ryan, el haberlo echo sufrir de esa manera al decirle la verdad, podría atraer consecuencias mayores que el no haberle dicho nada.

Sumado a esto todavía no tenía noticias de Lindsay, no sabía que había pasado con ella, cómo estaría su nariz, si la estarían mandando a su hogar, o si en su defecto estaban considerando mandarme a mi a casa. Después de todo, la problemática estaba siendo yo, día tras día.

Inmersa en todos estos pensamientos y con algunas gotas saladas bajando por mi mejilla sentí que golpeaban la puerta.

Esperaba que fuera Ryan, quería que fuera Benjamín, pero en su lugar me encontré con Frederic.

— No... — Dijo con una expresión de total lastima al verme llorar y me abrazó sin esperar mucho más. — No llores. Ya todo está bien.

¿Que todo estaba bien? Él no tenía ni la más minima idea de lo mal que estaba todo en ese momento.

— Vamos, Sam... Te tengo que contar lo que hemos hablado con los directivos.

Entramos en el pequeño hall de la habitación y tomamos asiento ambos dos.

— Están mandando a Lindsay a su casa.

— Ella... ¿ella está bien?

— Le rompiste la nariz. Pero sobrevivirá.

— ¿A ti qué te dijeron acerca de la acusación que hizo ella?

— Sam... Tengo una reputación intachable en la empresa. Ellos saben que soy una persona que se toma en serio su trabajo. Nunca he estado con una de mis chicas que coordino, ni tampoco con alguna de las niñas del hotel. Es entendible que niñas caprichosas, ante el rechazo, entiendan cualquier cosa y no es la primera vez que sucede. — Un momento... ¿’Nunca he estado con una de las chicas que coordino’? ¿Ahora él no recordaba haberse acostado conmigo o es que acaso se estaba haciendo el idiota por si alguien estaba escuchando detrás de la puerta?

— Claro, es entendible... ¿Me mandarán a mi hogar también a mí?

— Te voy a ser sincero, mis superiores estuvieron barajando la opción.

Un accidente, un abuso, una pelea... ¡y recién vamos por la mitad del viaje! Sin contar, que por más que esa niñita estuviese mintiendo con lo de las relaciones sexuales, cabe la duda.

— ¿Y entonces que sucedió? ¿Qué decidieron?

— Todos parecían muy seguros de que habías causado suficientes problemas... pero luego... no estoy muy seguro de cómo, pero todos cambiaron de opinión. Dijeron que deberías quedarte, que debías finalizar el viaje. Y no dijeron palabra más.

— ¿Pero... por qué?

— Yo que tú, empezaría a portarme bien y dejar de andar metiendo las narices donde realmente no te importa.

— ¿Hiciste algo para que no me echaran?

— Lo hice.

— ¿Qué has hecho Frederic?

— Renuncié.

— ¿Qué? — No podía procesar aquella información. Era demasiado para mí. — ¿Cómo que has renunciado? ¿Acaso estas demente? Renuncias para que yo me quede, es ilógico.

— Ellos no daban el brazo a torcer y los dichos de esa chiquilla les generaba desconfianza hacia mí. Por lo que, de todos modos, no me iban a volver a convocar para otros viajes.

— ¿Te irás hoy? ¿O finalizarás el viaje?

— No me iré hoy, me marcharé cuando ustedes lo hagan.

— hmm, está bien. Supongo. — Dejé de observarlo directo al rostro y me tildé en un punto fijo.

Sin darme cuenta cómo ni cuando él estaba mucho más cerca de mí. Me tomó por el mentón y me obligó a mirarlo. Su nariz casi rozaba con la mía, en sus ojos negros me reflectaba perfectamente y su aliento calido me hacía estremecer.

— Ya que de todos modos renuncié, no vendría mal seguir un poco mis instintos. Dejarme llevar. — Ok. Esto se estaba volviendo raro, y deseaba negarme. Sabía que era lo que continuaba y no pensaba dejar que lo haga. — ¿Williams, te gustaría tener intimidad conmigo?

Iba a decirle que no, que se lo agradecía, pero que no me apetecía. Se lo diría con sutileza, sin ser ruda, ni hacerlo sentir rechazado. Quizá pudiera usar de excusa todo lo que me había ocurrido.

— Lamento decírtelo de ésta manera, y en esta situación, después de todo lo que te ha ocurrido en los últimos días. Pero es algo que realmente me gustaría... He llegado hasta a soñar que te tenía, en esta misma habitación. Fue muy real, y desde entonces he querido hacerlo. — Soñarlo... ¡Sucedió!

Y en ese momento, en el que tenía pensado todo el discurso que le daría para negarme... algo cambió.

Comencé a sentir ese escalofrío tan particular, el cosquilleo por todo el cuerpo me era impresionante, sentía como se me dilataban las pupilas, el corazón comenzó un fuerte golpeteo y su aliento, ya no era cálido como antes, ahora era muy fresco y no al estilo menta. Si mantenía los ojos cerrados era como estar con Benjamin a mi lado. Y entonces lo entendí. Era Benjamin.

No pude contenerme más, salté sobre él y comencé a besarlo con todo el entusiasmo del que era capaz.

Su cuerpo se comenzó a enfriar, pero transpiraba como si estuviera a 30 grados centígrados. Con cada pequeño movimiento caía más en la cuenta. Era Benjamin.

Solo intentaba no mirarlo, porque era una verdadera desilusión encontrarme con ojos negros en lugar de los incomparables ojos verdes de Benjamin.

Podía sentirlo en su tacto, en su forma de besarme, en su forma de tocarme. Era Benjamin.

Luego de tan solo un momento él tomó el control dándonos vuelta y quedando yo debajo. Eso era completamente excitante, la dominación que ejercía sobre mí.

Me quitó la remera y pasando la mano por debajo del sostén comenzó a acariciar suavemente pero a la vez con mucha pasión mis senos al tiempo en que besaba mi boca de la manera más excitante posible.

Retiró el sostén que tanto le incomodaba y besó uno de mis senos, los besos iban bajando, por las costillas, cerca del ombligo, por debajo de él y al momento en que atisbé lo que pensaba hacer, entré en pánico. Él quería practicarme sexo oral. Eso le daba un perfecto primer plano de mis partes mas intimas.

¿Y si no le gustaba? ¿Y si yo era distinta a las demás? ¿Y si tenía algún olor nauseabundo? ¿Y si tenía un sabor asqueroso? A mi me encantaba besarlo durante el acto de amor, pero besarlo luego de eso sería como lamer mis propias partes...

Me quitó el pantalón y luego él se retiró el Jean, fue como un respiro, un momento más para poder decidirme o quizá me estaba salvando y él había cambiado de opinión... pero no. Volvió a la misma posición en la que estaba anteriormente.

Deslizó las manos de una manera muy delicada y romántica por mis muslos, pasando por la pierna, yendo directamente a la entre pierna posicionando sus manos sobre mis rodillas y luego, lo que hizo luego fue totalmente excitante, esas cosas que soñaste siempre con que hagan de esa manera y que te llevan al punto de pensar ‘hazme lo que quieras’, tomando cada una de mis rodillas, y cambiando totalmente la forma en que estaba tocándome utilizó su fuerza, ejerció dominación y de un segundo a otro me había abierto de piernas.

De una manera o de otra él se había dado cuenta de mis dudas, por lo que no insistió más con aquello que me aterraba o comenzó a refregarme su miembro, chocándonos ropa interiores, tomando uno de mis senos en sus manos.

No podía aguantar ni un segundo mas, quería que él esté dentro de mí. Quería sentir su miembro dentro de mí a esa temperatura tan inusual que solo Benjamin tenía. Sabía que era él, todo lo indicaba.

Comencé a temblar y mi cuerpo a sudar. Y llegó el momento. Me quitó la ropa interior y en medio segundo mas se quitó la de él. Pero antes de la tan esperada penetración, volvió a lo que yo no estaba segura si dejarlo hacer.

Pero fue tan natural y tan romántico, tan Frederic y tan Benjamin, que no me pude resistir. Simplemente lo dejé que hiciera lo que quisiera.

Repitió lo de hacía apenas un momento, acariciándome delicadamente las piernas para luego abrirlas con pasión y desespero.

Su lengua iba y venía, se movía en helicóptero, hacía arriba y hacía abajo, parecía completamente coreografiado. Comencé a sentir un goce tan particular y único como fantástico y placentero que simplemente relajé todo mi cuerpo y me dispuse a disfrutar.

Él sabía perfectamente lo que hacía mientras me hacía ver las estrellas de una manera tan perfecta que hasta podría gritar.

Nunca había entendido por qué las mujeres son tan escandalosas al momento de las relaciones sexuales, con mi corta experiencia, creía que era tan solo para levantar el ánimo del hombre, hasta ese momento.

Un escalofrío recorrió mi espalda, un oleaje de placer comenzaba a generarse en mis genitales para luego expandirse por todo mi cuerpo, haciéndome recordar que también tenía pies y manos, recordando hasta las uñas. Todo era placer, inclusive la punta de mis cabellos temblaba de pura satisfacción.

Podría morirme en ese preciso momento, y lo haría feliz.

Sin darme cuenta, sin haberlo pensado ni un segundo, solo concentrándome en la dicha, había comenzado a gemir y a hacerlo a los gritos. Esto excitó totalmente a Frederic y sin aplacarlo más introdujo su miembro en mí.

Ya no costaba tanto que entrara, venía teniendo sexo por varios días seguidos, pero eso no lo hacía menos disfrutable.

Comenzó lento pero luego fue rápido, me besaba en el cuello, en todo el cuerpo mientras lo hacía, sólo después de un momento volvió a besarme en los labios y para mi sorpresa no había ningún sabor extraño.

Su gran miembro se veía acorralado por mi interior, se hacía paso allí, quería llegar cada segundo un poco mas lejos y entonces nuevamente, satisfacción. Pero ésta era diferente, comenzaba en un lugar distinto y no era tan bueno como el anterior. Se podría definir, más bien, como un dolor placentero.

— Eres genial haciendo esto. — Llegué a decir, mientras me aclaraba la garganta, y con una gran agitación.

— ¿Te gusta? — Su voz era ronca, y cansada. Hubiera preferido mil veces que fuera la de Benjamin. Aunque, si bien todo el exterior me decía a gritos que me estaba acostando con Frederic, yo sabía que lo hacía con Benjamin, y por eso lo estaba haciendo. Solo lo quería a él.

— Me encanta.

Continuamos con lo mismo por un tiempo más, solo hasta que él también pudiera sentir aquel punto máximo en donde hay que reconocer que vale la pena el juego previo, que vale la pena haberse animado a coquetear para al fin llegar a eso, que vale la pena todo el cansancio que provoca, que vale la pena estar vivo.

Se recostó a mi lado y lo utilicé de almohada, acariciaba su pecho con el dedo índice y pude darme cuenta de lo transpirado que ambos estábamos. Al pasar unos segundos dejé de sentir el amor que Benjamin causaba en mí y Frederic volvió a tener su temperatura normal. Entonces y solo entonces, comencé a arrepentirme de lo que acababa de pasar.

— Frederic... creo que ya deberías irte.







Una vez que se había ido quedé en la soledad de ese cuarto de hotel. Pensé en todo lo ocurrido, cómo podía ser que me sentía como con Benjamin. Esto se estaba poniendo cada vez mas extraño.

Me levanté todavía como Dios me había traído a este mundo, y me dirigí al cuarto de baño llevando una toalla y una bata. Abrí el agua caliente y esperé un poco a que comenzara a salir tibia al tiempo en que me miraba al espejo. Tenía el cabello revuelto, grandes ojeras debajo de mis ojos, las marcas de mi cuerpo ya habían desaparecido casi en su totalidad y lo mismo había sucedido con los cardenales.

Al entrar en la ducha sentí gran satisfacción, el agua tenía una gran presión y mi espalda estaba complacida. Sentía como cada gota limpiaba la suciedad de lo sucedido ese día. La pelea, el haber roto con Ryan, el haberme acostado con Frederic, todo se iba limpiando de mi cuerpo y mi alma con cada cristalina gota de ese baño.

Tomé un poco de mi shampoo con fragancia a vainilla, lo esparcí por mi cabello y comencé a masajearlo con mucho cuidado, puesto a que seguía dolorido por el incidente de la mañana. Luego de terminar de enjuagarme toda, salí de la ducha, hice una presa en mi cabello con la toalla y me puse la bata.

Al salir del cuarto de baño me encontré con algo que no estaba deseando ver.

Marissa lloraba desconsoladamente, John la abrasaba, pero sin mucho entusiasmo.

— ¿Qué ocurre? — Pregunté, pero no era necesario que me informen de quien se trataba... Algo le había ocurrido a Ryan, era el único no presente que podría hacer que Marissa se ponga así de mal.

— Ryan... — Tal como lo imaginé. Marissa no continuó porque se le había cortado la voz con el llanto.

— Ryan desapareció. — Completó Jonathan.

— ¿Cómo que desapareció?

— Es todo nuestra culpa... — Dijo Marissa a su novio.

— No es culpa de nadie Sea. — A John le gustaba llamar a su novia por el diminutivo ‘Mar’ pero en ingles.

— Nosotros fuimos quienes le dimos ilusiones.

— ¿Qué hicieron qué?

— Vamos, Sam... Si no hubiera aparecido Benjamin de seguro estarías con Ryan.

— Marissa, primero: ustedes no son San Valentín, como para andar uniendo o desuniendo parejas. Segundo: Ryan nunca me hizo sentir ni de cerca lo que me genera Benjamin.

— No seas tonta. — Dijo John. — ¿Hace cuanto tiempo conoces a ese tal Benjamin? ¿Y ya genera tanto amor en ti? Fuiste realmente cruel con Ryan y ahora él está desaparecido y es tú culpa, no mía, no de Marissa.

— ¿Yo fui cruel? Ustedes especularon con mis sentimientos y... ¿yo fui cruel? ¿Qué querías que le dijera? ¿Conocí a alguien mejor que tú en este viaje y me he enamorado? Le dije la verdad que necesitaba escuchar y sólo eso. Además, no entiendo por qué siguen poniéndome como la mala de la película, él me perdió en una primera instancia, ¿es que no lo recuerdan?... Yo fui la que confió y se entregó completamente en alma a él, le dí el poder de lastimarme queriéndolo de esa manera. Si me lastimas una vez es culpa tuya, si lo haces dos veces es culpa mía. Tú no puedes venir ahora a decirme que todo es mi culpa cuando fueron ustedes los que manipularon esta situación. — Una vez terminado mi sermón, ambos se quedaron callados, claramente no podían arrematar contra aquello. — Ahora, en vez de llorar o hacer acusaciones estúpidas... ¿No tendríamos que ir a buscarlo?

— Frederic nos dijo que nos vengamos a quedar aquí, que él se encargaría.

— ¿Y quién rayos se cree Frederic como para pensar que lo va a encontrar? Nosotros somos quienes lo conocemos y sabemos a que lugares le gustaría ir.





Me vestí lo más rápido que pude y salí casi corriendo.

— Vamos chicos, lo mejor es que estemos juntos. No quiero volver a salir sola.

— Tienes alguna idea de por dónde empezar.

— Creo saber dónde está.

Bajamos las escaleras corriendo a más no poder. Afuera ya era de noche, no nos dejarían salir a menos que tengamos una buena excusa. Esperaba poder manejarlo.

Llegamos a la puerta y estaba el mismo señor que el día anterior. Llegamos a la puerta y él no nos la abría.

— ¿Desean algo? — Preguntó.

— Si, necesitaba tomar un poco de aire... ¿Podemos ir a dar una vuelta?

— No puedo dejarlos salir... — Rayos. — ¿Acaso no se enteraron que hay un niño perdido? Y a ti, con lo que te pasó la noche anterior ¿todavía te quedan ganas de salir?

— Por favor, estoy acompañada ahora, no nos ocurrirá nada. — Le entregué mi mejor mirada de perrito mojado. Si eso no lo lograba, nada lo haría.

Su gesto permanecía aparentemente inmutable, en un ‘no’ permanente.

— Tengan cuidado. — Bingo, puertas abiertas. — Y no se retrasen mucho.

Salimos y apenas salimos de la vista del gran hotel comenzamos a correr.

— ¿A dónde nos dirigimos, Sam?

— Al lago. Estoy casi segura que estará allí.

Sólo estábamos a dos calles del lago y fueron eternas. Cada paso que dábamos estaba cada vez más y más pesado. Solo quería que esté allí. Era lo único que esperaba.

Llegamos y comenzamos a revisar cada lugar de ese mirador.

Bingo.

Allí estaba. Mirando a un punto fijo en las estrellas, recostado en el piso de rocas.

— ¡Ryan, por fin te encontramos! — Dije y me agache a su lado a abrazarlo. Él simplemente me ignoró. Hizo como si no estuviera allí, podría jurar que ni siquiera había sentido mi abrazo.

Si bien era una reacción que era de esperarse, nunca lo creí tan infantil. Miré a John y a Marissa casi entrando en pánico. No sabía que hacer o que decir o... simplemente no sabía. Era yo la que le había causado tan malestar y ahora me ignoraba, de modo que no podía decirle nada para hacerlo sentir mejor.

— Volvamos al hotel, hermano. — Dijo John.

Ryan lo miró y volvió a poner su vista en el cielo. Él nunca había ignorado de esa manera a su mejor amigo, no bajo mi presencia y por la expresión lastimada de Jonathan estaba segura que tampoco sin mí para reprenderlo.

— ¿Puedes dejar de ser un maldito niño y levantar tu trasero de allí? ¿Sabes lo que nos hemos preocupado por ti? — Gritó Marissa. Nada...

— Eres un pendejo. — Dije en voz baja.

— Ya, Sam... Al parecer, no le interesa que nos preocupemos por él.

Y voila, reacción. Ryan abrió los ojos como platos. Miró a Marissa y luego siguió el trayecto de la mirada de ella hacía mí. Era como si no me estuviera viendo. Cerró sus ojos y olfateo como si fuera un perro, un segundo después tenía sus manos en mi cuello, ahorcándome.

Ese no era Ryan. No era él. No podía ser él.

John hizo lo posible por quitarlo de encima de mí y no le costó mucho más de tres segundos. Él era más corpulento y fuerte que Ryan.

— ¿Te has vuelto loco? ¿Cómo la vas a lastimar de esa manera?

Y derepente, volvió a ser Ryan. Su expresión se descompagino, se notaba el miedo y la confusión.

— ¿Qué?

— Acabas de querer asfixiar a Sam. Entiendo que estés dolido, pero a una mujer no se le debe tocar ni un pelo.

— Pero... — Se volteó a mirarme, yo me sostenía el cuello intentando que no doliera más. — Sam... yo no quise.

— Ya basta. Volvamos al hotel. Necesito descansar.

Al llegar corrí hacía el ascensor y luego a la habitación. Sinceramente no me importaba que hicieran los demás. Necesitaba un consuelo y rápido. Necesitaba a mis ojitos verdes. Necesitaba a Benjamin.

Al llegar a la habitación el sobre negro con la rosa blanca me esperaban.

5 comentarios:

  1. esta muy buena la historia! cada vez se pone mas confusa y mejor!... no puedo negar que te demoraste mucho en subirla y espero q puedas subir el proximo luego!, saludos y q todo en tu vida se solucione! :D (Y)

    ResponderEliminar
  2. estuvo muy buena!! me encanto, aunque estaria bueno que no expliques tanta las partes de sexo (me agarro escalofrios).
    pero aparte de eso me gusto mucho!
    espero que tengas tiempo para subir un nuevo capitulo, y si no bueno a esperar ya que no me pierdo esto ni loca, estoy muy intrigada y confundida :)
    bueno besos!!
    y espero que se te solucionen los problemas :D


    Cami

    ResponderEliminar
  3. Q lle paso a Ryan que tenia, espero que subas pronto el siguiente capitulo, estuvo genial

    ResponderEliminar
  4. La verdad que esto si q no me lo esperaba! y menos lo de Ryan, aunque no me cae para nada el pibe, no me esperaba eso, es como que me deja mas intriga aun, la misma que me quedo de cuando intentaron abusar de Sam... ya quiero que empiecen a esclarecerse algunas cosas, pero obvio que todo siga su trama.. saber, pero a la vez no saber! Muuy buen cap Mica! Espero el otro.. un beso!

    ResponderEliminar
  5. sigue esta muy buena cada vez mas profunda jajaaj cuando subes el otro capitulo

    ResponderEliminar