Me muero por terminarla! jajaja.
Saludos, Mica :)
Capitulo 16
Típico
Me comenzaron a temblar las rodillas. Quería desplomarme, dejarme llevar. Mi corazón no paraba de latir. ¿Cómo podía ser posible? Tener una vida inmortal antes de la vida... estar en esta vida pagando nuestros errores. Yo tenía toda una vida antes de mi vida, un montón de amigos y enemigos, que me cuidaban y acechaban. Y lo más importante, tenía a Benjamin. En ambas vidas estaba él, cuidándome, amándome. Estaba allí para mí.
Necesitaba su abrazo, necesitaba su sostén, de otro modo caería de rodillas al piso. La realidad me sobrepasaba. Supongo que al momento en que comencé a temblar, Benjamin comprendió todo lo que me sucedía internamente. Era un golpe muy fuerte, y creo que ellos ya lo sabían.
Terminé desmayándome.
Nuevamente estábamos dentro de mis sueños, en el rosedal. Listos para hablar, para terminar de saber la verdad.
— Entonces... Soy la reencarnación de un demonio. — Puse en palabras lo que ya había estado en mi mente por parecía ya tanto.
— Todos los humanos lo son. Sólo que los demás demonios, cuando vemos a uno morir, no les contamos la verdad. No suele terminar bien.
— ¿No suele terminar bien? — Pregunté confundida. — ¿Por qué no?
— Su cuerpo está diseñado para nunca saber esto. Cuando lo saben... alguna consecuencia hay. Es típico de ustedes, estar mejor en la ignorancia. — Quería defender a la raza humana, poner mi orgullo por delante, pero realmente no era una discusión propia para ese momento.
— Por eso es que no me querías decir nada.
— Por eso y porque estas en peligro Sam.
— ¿Quién me quiere matar y por qué?
— Su nombre es Coraline, y básicamente, tiene celos, envidia de nuestra relación.
Podría haber seguido indagando sobre eso, pero estábamos en mi sueño, en un momento muy particular y al día siguiente todo terminaría.
— Así que siempre fuimos nosotros... Sam y Ben. — Dije cambiando un poco el tema de conversación.
— En realidad, tu nombre era Madeleine.
— Madeleine... — repetí.
— Tú eras mi Madds.
— Pero tú siempre fuiste mi Ben.
— Supongamos que sí.
— ¿Supongamos?
— Los demonios no nacen por nacer. Muy pocos pueden tener bebes demonios, no es algo normal. La mayoría fuimos humanos antes de ser lo que somos.
— Es como un círculo vicioso.
— Y uno bastante doloroso. Lo mejor es vivir como demonio todo lo que puedas.
— Sigo sin entender el supongamos.
— Cuando tú eras un demonio, me conociste como humano. La esencia, o el alma es siempre la misma. Por más que reencarnemos o pasemos por la muerte demoníaca – como nos gusta llamar a la transición humano-demonio – la esencia sigue siendo la misma. Según cuentan algunas lenguas, el verdadero amor siempre se encuentra. Si antes de que tu fueras un demonio fuiste un humano; antes de yo ser humano fui un demonio; y nuestras almas están predestinadas, por decirlo de alguna manera... nuestro amor tiene lugar desde el principio de los tiempos.
— Lancelot... él es inmortal hace miles de años. Él seguramente puede contarnos.
— Él es uno de los que comparte este pensamiento. Pero... Sam, ¿realmente te importa tanto lo que hicimos hace 2 mil o 3 mil años? — Era un momento muy íntimo, muy privado de los dos. Podía estar pasando un tornado por nuestro lado que yo no perdería de vista ni un segundo sus hermosos ojos verdes.
— Es una pregunta tonta... ¿verdad? — Admití avergonzándome.
—Es una pregunta lógica, mi reina... — Dijo mirándome con ternura.
— Entonces, no somos Sam y Ben, tampoco somos Madds y Ben... simplemente somos...
— Dos caras de la misma moneda, dos mitades de la misma naranja, dos almas gemelas destinadas a amarse una y otra vez por lo que dure la eternidad. — ¿Qué mas podía decirle? ¿Había algo que faltara en ese momento? La frase más cursi y romántica debía ser sellada con un beso. Tenía que ser de esa manera y yo no estaba dispuesta a hacerle la contra al universo que pedía a gritos ese final.
Nuestros labios se unieron de una manera tan perfecta, tan única, tan soñada. Ya no importaba si era Madds o Sam, si Benjamin siempre había sido mi Benjamin, lo único en mi mente es que eso era verdadero.
Era amor verdadero.
A pesar de que era un sueño tenia esa misma sensación de siempre, el ensanchamiento del corazón, la erección de todos los vellos de mi cuerpo, los escalofríos... lo único que faltaba para que ese momento fuera perfecto era que no fuera un sueño.
Y así pasó, derepente dejó de serlo. Abrí los ojos y me encontré nuevamente en la habitación del hotel con nuestros labios aun unidos, aun continuando con el beso de mi sueño. Llevé mi mano hacía su mejilla y muy delicadamente, con la yema de los mismos, comencé a acariciarlo. Tan solo un segundo después Benjamin suspiraba de felicidad.
Me abrazó más fuerte a él al tiempo en que yo también me estrechaba más a su cuerpo. No era una sensación carnal, pero necesitaba sentir su piel contra la mía, no saber exactamente donde comenzaba una y terminaba la otra. Sentir que éramos uno.
— ¿Te gustaría dormir conmigo esta noche? — Pregunté inocentemente.
— Por mí, lo haría todas las noches.
— Por el resto de la eternidad, por favor. — Pedí.
Miré el reloj, quizá era hora de volver a la realidad. Por más que no quisiera, por más que en mi fuero interno mi mundo era Benjamin, había un resto del mundo que se enojaría si me borraba.
Eran las 2 de la mañana, se escuchaba bullicio en la otra habitación. Las chicas seguramente volvían del boliche.
Salí del cuarto pequeño para ir a buscar mi pijama y tan pronto como lo hice recibí a Marissa sobre mí. Sólo Marissa. Tanto ruido y sólo era Marissa.
— ¿Dónde estabas? ¿Con quién? ¿Es ojitos verdes? ¿Esta en la habitación? ¿Cómo entró? ¡Quiero conocerlo! — Tan típico de ella, me atropelló en preguntas sin siquiera tomarse el tiempo de respirar.
— Mar, un segundo dame para que pueda contestarte. — Mencioné interrumpiéndola. — Ojitos verdes se llama Benjamin. Sí, está aquí. Resulta que es amigo de Lancelot y ambos dos conocían a los porteros. Igualmente Benjamin es egresado. — Improvisé. — Amelie es la novia de Lance... — Un segundo... Marissa no sabe que se conocen hace más de un milenio.
— ¿Novia dijiste? ¿De Lancelot? ¿Tan rápido?
— Digamos que ya se conocían hace un tiempo antes. Es algo tímido Benjamin, prefiere que ambas parejas nos quedemos en la habitación pequeña.
— Se nos llena de parejas la habitación.
— ¿A qué te refieres?
— Juliette y David, John y yo, Cassie y Ryan, Barbra y Frederic, tú y Benjamin, y por ultimo, Amy y Lance. Sólo quedan solas Jessie y Hanna.
— ¡Ah, bueno! De cuanto me perdí. ¿Resultó lo de Ryan y Cassie? Por lo que veo también Barbra pudo cumplir su cometido... — No hacía falta que Marissa agregara nada. — Bueno, me voy a poner el pijama. Trata de no mencionarle a nadie la presencia de Benjamin aquí, es realmente muy vergonzoso. — Marissa amago a interrumpirme pero yo ya sabía lo que saldría de su boca. — Ni siquiera a John. Promesa de amigas. — Nunca habíamos roto una promesa de amigas y sabía que ésta no sería la primera vez.
Me metí en mi valija, rápidamente saqué y me puse el pijama. Volví a la habitación y me encontré con que Benjamin había juntado las dos camas pequeñas y ya había colocado las mantas en su lugar. Todos pensaban que en cada cama individual estaría cada pareja, pero Lance y Amy podían darnos mayor privacidad y comodidad de lo que todos pensaban.
Era una noche fría en la ciudad, sólo nos teníamos que acurrucar en aquella cama y disfrutar de la cercanía del otro. Benjamin todavía seguía con la misma ropa, yo al estar lista ya estaba metiéndome bajo las cobijas.
— No tienes pijama. — Atisbé. — Puedo conseguirte uno. — Dije al tiempo que intentaba salirme de la cama. Pero Benjamin no me lo permitió, se tiró desde donde estaba y me acorraló con ambos brazos contra el respaldo.
— Tengo un mejor pijama del que tú me podrías conseguir en años. — Dijo mientras me daba un beso fugaz y volvía a alejarse.
Se paró al borde de la cama y comenzó a quitarse prenda por prenda hasta quedarse sólo en ropa interior. Su cuerpo era similar al de alguna escultura griega con los abdominales no sólo perfectamente marcados sin parecer plásticos, sino que también justamente delimitados. Muchos hombres que logran llegar a marcar los abdominales se encuentran con que no los tienen parejos. Pero Benjamin, Benjamin era perfecto.
Tenía la cantidad justa de vellos, ni suéter ni lampiño, justo. Era perfecto.
— Eres perfecto. — Le dije.
— No te dejes llevar por lo estético Sam.
— Eres perfecto para mí. A mi medida.
— No soy... — Empezó a decir mientras apagaba la luz y se metía en la cama. Inmediatamente lo abracé y entonces recordé una de sus particularidades.
— Cállate y déjame ser cursi... — Interrumpí. — Ben...
— ¿Qué sucede?
— Tienes la piel muy fría.
— Puedo manipularte para que la sientas caliente... pero también lo puedes lograr por tus propios medios.
— ¿Qué?
— Concéntrate... Piensa en la parte de tu cuerpo que en este momento sientas mas calida. — La espalda baja, pensé automáticamente. — Ahora cierra los ojos e intenta relajar poco a poco todo el cuerpo... Siente como la sangre caliente comienza a recorrer tu cuerpo desde la espalda baja... — ¿Cómo lo sabe si nunca lo puse en palabras? — Puedo leer tu mente, ¿recuerdas? — “Que tonta soy. Tonta, tonta, tonta.” Pensé mientras abría mis ojos y lo miraba sintiendo el colorado en mis mejillas. — No eres tonta. Siempre fuiste algo atolondrada... — Dijo mirándome comprensivamente. — continuemos. Siente como todo tu cuerpo empieza a irradiar ese calor, porque no sólo lograste no sentir mas frío en tu cuerpo, sino que colmaste tus expectativas al punto en que comienzas a sentir que con un mínimo roce... — Dijo al tiempo que pasaba su mano mis muslos por encima del pantalón del pijama, la metía por debajo de la remera y llegaba a acariciar mi cintura muy delicadamente. Pronto sentí su mano hervir, y poco a poco comencé a sentirlo como un sol a mi lado.
— Ya. Deja de manipularme.
— Es hipnosis, Sam. Yo no estoy manipulándote.
— No hablaba de eso. — Dije antes de darle un tierno beso. — Hablaba de tu mano, tus caricias. — Se sonrió pícaramente. — Te invité a dormir y dormir es lo que vamos a hacer.
— Cuando vives por mucho tiempo solo, comienzas a valorar cada pequeño segundo.
— ¿Y acaso es que valoras mas un segundo de sexo que un segundo de amor?
— En nuestra situación, nunca sabes cuando va a ser la última vez.
— No vuelvas a repetir eso. Saldremos de ésta, venceremos a Coraline y seremos una feliz pareja. — Sonrió pero la alegría no le llegó a los ojos. Por alguna razón él no lo creía de esa manera.
— Ya que sólo vamos a dormir... ¿puedo dormirme en tus besos?
Sólo asentí. Unimos nuestros labios lenta y dulcemente. Lo hacíamos de una manera tan calmada que al poco tiempo ya habíamos relajado nuestros cuerpos y cada pequeño roce se sentía mucho más como un cosquilleo totalmente excitante.
De la misma manera en que veníamos dando lugar al beso, con su lengua acarició mis labios como pidiendo permiso a entrar en mi boca. Él lo había logrado. Yo ya no quería sólo dormir.
Continuamos haciéndolo de esa manera solo un momento más, hasta que nos desesperamos por tener mas contacto. Quería empalagarme de tanto él como si me estuviera metiendo en una pileta de chocolate. Quería sentir su cuerpo contra el mío, que presionara al punto de hacerme jadear por la falta de aire. Él sabía que hacer en cada preciso momento, me conocía mejor de lo que yo misma lo hacía. Cada mano, cada beso, cada contacto piel a piel estaban perfectamente posicionados al punto que el placer llegaba a ser incontrolable y totalmente satisfactorio.
Podría ponerme a contar mas detalles pero ya lo he hecho en anteriores ocasiones y creo que es importante destacar que fue tan bueno o mejor que todas las demás.
Sólo nos quedaba estar el uno con el otro, abrazados a nuestra felicidad, en ese momento que deseaba que fuera eterno.
— Sam...
— ¿Qué ocurre?
— ¿Cuál es tu lugar preferido en el mundo?
— ¿A qué viene esa pregunta?
— Sólo contesta.
— Cualquier lado es mi preferido siempre y cuando te tenga a mi lado.
— Mm, — Hizo gesto de pensativo. — Ven, párate. — Dijo mientras se levantaba de la cama y se vestía sin mucho cuidado. Tomó mi cintura con ambos brazos, yo los pasé por encima de su cuello. Comenzó a besarme e instintivamente cerré los ojos. Al terminar con el beso nos mirábamos fijamente a los ojos no existía nada a nuestro alrededor. Sólo nosotros.
— Mira a tu alrededor. — Ordenó.
Nos encontrábamos en un barco. Estábamos en la proa, al mejor estilo Titanic. ¿Es que acaso estábamos en un sueño?
— No, Sam. No estas soñando. Estamos en el Titanic.
— Pero... es imposible, el Titanic está en el fondo del océano.
— Vuelve a cerrar los ojos. — Dijo y a los pocos segundos el clima había cambiado completamente. — Ábrelos.
Estábamos en una playa como las del caribe. Las cabañas estaban por encima del cristalino y celeste mar. Las palmeras a algunos cuantos metros sobre tierra firme. Nosotros, volando.
— Entonces los demonios también pueden tele transportarse sin importar tiempo ni lugar.
— ¿A dónde le gustaría ir, mi bella dama?
— Quiero ir a donde no exista el tiempo, donde podamos pasar juntos la eternidad.
— La gente normal dice la muralla china o Italia... ¿Podrías hacérmelo un poco más fácil? — Dijo mientras hacía una sonrisa torcida.
Cuando puedes elegir cualquier parte del mundo para estar, las opciones comienzan a ser repetitivas y ninguna es mejor que la otra.
— Vamos, Sam. Piensa un lugar al que siempre quisiste visitar.
— Vallamos a la Luna.
—Sus deseos son órdenes...
— Benjamin...
— ¿Qué sucede?
— ¿Hace falta que cierre los ojos?
— Sólo abrásate a mí.
Todo a nuestro alrededor se tornó borroso, se comenzó a mover en espiral a más y más velocidad a cada segundo. De la misma manera pero a la inversa todo se fue acomodando y colocándose en su lugar.
Pronto me sentí como dentro de una postal. Ya no me sentía pesada, podía moverme sin dificultad. Intenté saltar y me elevé varios metros al hacerlo, inclusive estando abrazada a Benjamin, logré que ambos dos nos eleváramos.
— Un momento... no hay oxigeno en la Luna... ¿Cómo es que puedo respirar?
— Junto a nosotros teletrasnporté aire de la tierra, podremos quedarnos por unos cuantos minutos. — Dijo al tiempo que sacaba otro de los sobres de sus bolsillos. — Y también traje con nosotros esto. Es muy importante que lo guardes bien. — Dijo mirándome serio mientras lentamente caíamos.
— ¿Por qué me los entregas vacíos? No entiendo que sentido tiene.
— Ya le encontraras el sentido... Sam...
— ¿Si?
— ¿Confías en mi?
— Por supuesto. — Se acercó más a mí, si es que eso era posible. Me abrazó con mucho fuerza, mucho amor. Colocó su rostro junto al mío, podía sentir su respiración en mi cuello.
— ¿Te gustaría ser mi novia? — Dijo suavemente en mi oído. Me detuve a mirar su semblante. Sus mejillas estaban coloreadas y resaltaban sus perfectos ojos verdes. Sabía la respuesta que yo iba a darle, desde el primer momento mi mente había gritado un ‘¡Sí!’, de modo que se sonreía pero igualmente esperaba a que lo expusiera en palabras.
— Siempre. — Contesté al fin y nos besamos. En la Luna, de novios y besándonos. Típico de refrán de abuelas.
valió la pena la espera excelente capitulo espero muy pronto el otro plisssss no dejes de escribir siii y te felicito esta muy muy buenooooo
ResponderEliminarMuy bueno. ME. E N C A N T O. no puedo esperar hasta el proximo capitulo ay dios solo faltan 2 y iia se acaba :( Pero bueno Felicidades :)
ResponderEliminargracias es un excelente capitulo romántico y hermoso siempre fueron el uno para el otro, eres genial no dejes de escribir
ResponderEliminarWOW! Dios xq no lo lei antes, como se me paso? muy bueno mica, realmente! Quiero un novio que me lleve a la luna, a la playa, al Titanic, quiero un novio como Ben! JAJA
ResponderEliminarExcelente ! Espero el proximo...
PD: ahora si viene el adelanto? jaa besote!
CUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURSI! jaja! Bueno, vos que no me tenés fe! jaja! Esta buena la explicación de los demonios y los humanos.- Las dos caras de una misma moneda por el resto de la eternidad... Lo inevitable...!
ResponderEliminarCopado!
Me gustó!
Ahora a leer el next!!
Genial, como siempre! =)