21 jun 2013

Capítulo veinte: Último día

Fuerte, muy fuerte este capitulo. Espero que lo disfruten. Y NO SE OLVIDEN DE COMENTAAAAAAAAAAAAAR JAJAJAJ. Saludos, Mica.




Capítulo 20
Último día





Nuevamente aquella esquina, aquella calle en la negrura de la noche. Sabía que yo era la asesina, no quedaba otra respuesta. La alarma del auto a mi lado me ensordecía y me estaba llevando a la locura. Las lágrimas no podían dejar de brotar de mis ojos. Sentía que se me iba la vida con esa muerte, que nada volvería a ser igual, que ya no tenía razón para seguir adelante.
Tenía las manos repletas de sangre, y la vista nublada. Tenía que quemar el cuerpo, mi anterior sueño así me lo mostraba. Ahora veía mejor la causa de la muerte, le había clavado un espejo aunque no era una lesión que pareciera letal.

Vacía, me sentía vacía.




Desperté con lágrimas en mis ojos y mi palpitante corazón totalmente desaforado. No era la repetición lo que me asustaba, era el miedo a ese vacío.

Era el ultimo día del viaje, él día en que debía enfrentarme a Coraline. La única manera que ella no me quitaría la vida y que yo podría continuar feliz con Benjamin era matándola.

Alguien iba a morir en ese día, eso era seguro. Era la única salida, el único final.

Pensé en pedirle a Benjamin que me transformara en demonio. No tenía ni idea de cómo se hacía eso, si sería fácil o si dolería pero lo que estaba segura es que eso no me daba ninguna inmunidad. Coraline ya había matado mi forma demoníaca, y podría volver a hacerlo una y otra vez. Esta historia se convertiría en el cuento sin fin de esa manera.

Quería que todo terminara de una vez, no sabía cómo lo haría, pero tenía que ser rápido.

Me hubiera gustado poder dormirme y despertarme en unas cuantas horas cuando todo hubiera terminado. Pero no podía dormirme, tan pronto lo hiciera, moriría.

Más allá de todo esto había un viaje que debía cumplir. En el día teníamos programadas dos actividades. Iríamos a patinar sobre hielo y luego a devolver los trajes de nieve.

No quería levantarme de la cama, prefería congelar el tiempo y quedar abrazada de la perfección que en ese momento ya si podía decir “mi novio”.

— ¿Ya despertaste, Sam?

— No. — No quería hacerlo, quería dormir por siempre arraigada a ese amor que teníamos.

— Es hora de que lo hagas.

— No quiero hacerlo, quiero permanecer aquí, contigo, hasta que llegue Coraline y juntos la derrotemos.

— Los chicos y yo estaremos protegiéndote. Lo que tú propones es justamente lo que ella espera que hagamos. En cambio, yo la distraeré, mientras Amy, Hanna y Lance estarán cerca de ti.

— ¿Entonces ese es el plan y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo? — Me miró con angustia en la mirada.

— Ese es el plan, por más que no te guste.

— Nunca dije que no me gustara, sólo que me gustaría estar contigo todo lo que pueda. Siento que en cualquier momento te voy a perder. — Admití e instantáneamente me avergoncé.

— Siempre seré tu amor incondicional. — Dijo para luego besarme en la frente.

— Siento que hay algo que no me estas diciendo.

— Sigues siendo igual de intuitiva. — Dijo logrando dejarme pensando en ello.

— Y tú eres muy astuto... ¿acaso estas intentando engañarme?

— Y también sigues siendo muy inteligente... Hay mucho de lo que no puedo hablarte.

— ¿Y cuando lo podré saber?

— Cuando todo esto termine.

— ¿Qué diferencia hay entre ahora y en un par de horas?

— Demasiado. Hay demasiado en juego y no podemos dejar que tu mente colapse por tanta información.

— Detesto esto.

— Ya lo sabrás, todo. Sólo ten paciencia.

— No quiero tener paciencia.

— Vamos, vístete o te perderás el patinaje.

— No quiero patinar, quiero quedarme aquí contigo.

— No me obligues a manipularte, Sam. Realmente no me gusta hacerlo.

— No lo hagas y quedémonos.

— Sam, por favor, coopera.

— Está bien, pero que quede claro que es en contra de mi voluntad.

Me comencé a cambiar de ropa, me puse lo que encontré tirado por allí. Realmente no tenía ánimos de pensar qué usar.

— ¿Cuántos besos podré darte antes que te vallas? — Pregunté.

— Uno, ya me voy.

Lo besé una vez, dos, tres.

— Para que sepas que siempre yo tengo la ultima palabra.

— Mi terca hermosa. — Dijo al tiempo que me volvía a besar. — Te amo. — Mencionó al terminar aquel beso, mirándome a los ojos fijamente. — Siempre lo he echo y siempre lo haré.

— Yo también te amo. No puedo asegurarte que siempre lo haya echo, pero sí que siempre lo haré.

Entonces se fue.



— Hola, Sam. — Dijo Amy haciéndome sobresaltar.

— Amy... ¿hace cuanto tiempo estas dando vueltas por aquí en forma de fantasma?

— Tú preferirías escuchar que acabo de venir, así que eso es lo que te diré... Acabo de venir.

— Amy... ¿Siempre eres así de idiota?

— ¿Perdón? ¿Qué te sucede a ti?

— Quizá sólo sean los nervios. — Dije para evitar seguir peleando.

— Todos estaremos alertas, Sam.

— ¿Cómo fue que ella pudo matarme en primer lugar?

— Nadie esperaba que ella lo hiciera. Si bien la historia era complicada, nunca creímos que ella sería capaz de asesinarte.

— ¿Tú la conocías? ... Me refiero de conocerla de verdad y no tan sólo por nombre.

— En algún momento, antes de que apareciera Benjamin, éramos los 5 muy unidos.

— Por lo tanto era mi amiga también.

— Eran muy cercanas ustedes dos.

— Y entonces es que aparece Benjamin y rompe ese círculo de amistad. — Mencioné más a modo de conclusión que de pregunta.

— Desde que el apareció se complicó todo. — Eso me dejó pensando... ¿Él se sentiría culpable por lo que había sucedido? Yo repetiría una y otra vez lo mismo sólo por amor. — Según Lance era inevitable.

— Y si ya sabían lo que iba a ocurrir... ¿Por qué no hicieron algo antes?

— Parecemos perfectos, Sam, pero no lo somos.

Allí terminó esa conversación. Ella no me daría mas detalles por más que yo preguntara. Si bien era la más débil en cuanto a guardar secretos, me daba cuenta de que hablaría más que eso.

Me puse el traje de nieve encima de unas calzas negras y una camiseta de mangas largas. Até mi anaranjado cabello en una coleta alta y con unos simples tenis ya estaba lista para ir a aquella programada actividad.

Nos reunimos como siempre en el hall de entrada del hotel. Todo se sentía igual y tan distinto al mismo tiempo. Era el ultimo día del viaje y todos estábamos por demás cansados, al punto que muchos habían decidido no ir a aquella excursión para quedarse descansando y armando sus valijas. Veíamos a los chicos que recién llegaban, eufóricos, alegres, ansiosos, llenaos de alegría... parecía hace tanto que habíamos estado así nosotros y tan sólo hacían 7 días. Pero más allá de todo eso, yo me sentía como en una nebulosa. Fuera de allí, en otro lugar. Esperando a que lo inevitable llegara y que se diera el final que se tuviera que dar. O moriría o viviría, no había mucha vuelta de hoja.

Pronto estuvimos todos ya reunidos y la combi fuera esperándonos. Los demás cantaban y saltaban. No querían irse a sus casas, no querían que aquel viaje llegara a su fin... justamente lo opuesto a lo que yo deseaba en ese momento.

Llegamos a la pista de patinaje y sin demasiadas instrucciones nos dieron a cada uno un par de patines.

Al entrar muchos estaban temerosos y sólo iban por los bordes y sosteniéndose, yo era más bien temeraria y si sabía andar en patines de rueditas, esos no debían ser muy distintos.

Algunos eran mas habilidosos que otros y hasta hacían piruetas; otros iban de a dos intentando no caerse; otros cayeron al comenzar y en el piso estuvieron la mayoría del tiempo; otros iban en fila: el primero hacia fuerza, los demás se dejaban llevar y nadie se movía demasiado; yo, si bien de vez en cuando me tambaleaba, disfrutaba del frío viento en mis mejillas a causa de la velocidad. Estar allí era mas una obligación que otra cosa para mí, pero no por eso debía dejar de disfrutarlo.

Y entonces la vi, allí estaba ella. Era ella, no cabía ninguna duda. Era la chica de mi sueño y además sentía que la conocía. Era Coraline. El momento había llegado.

De la nada, apareciéndose entre el aire ella se puso delante de mí, pero sin materializarse, en su forma de fantasma.

— Sam, por favor, sólo quiero hablar contigo. — Dijo. Yo no le creía, no podía hacerlo. El que se pusiera delante de mí me asustó y quise frenar precipitadamente.

Los patines me comenzaron a resbalar de tal manera que no podía adquirir estabilidad. No sé cómo, ni de que manera me tambaleé hacía adelante y mi rostro quedó tan pero tan cerca del frío y duro hielo que hasta antes que suceda ya sentía el ruido de mis huesos frontales quebrándose. Mis brazos estaban intentando encontrar equilibrio desde hacía un momento y se encontraban demasiado lejos del piso como para impedir el trágico suceso que estaba ocurriendo.

Pero entonces Coraline se materializó justo en ese lugar, amortiguando mi caída e impidiendo mi muerte.

¿Cómo podía ser posible que ella me salvara si realmente quería matarme?

— ¡Piensa rápido, Sam! — Gritó Amelie. — ¡Tú sabes que hacer!... ¡Es ahora o nunca!

Un espejo, necesitaba un espejo. Coraline me había salvado de la casi muerte que ella misma había ocasionado, pero eso no cambiaba nada. Yo debía matarla y esa era mi mejor oportunidad.

El filo del patín era espejado, pensé rápidamente. No sabía qué tipo de herida debía provocarle, pero en mi sueño era en la pierna.

Moví mi cuerpo lo más rápido que pude y clavé la punta del patín en su pierna... o mejor dicho en el bloque de hielo donde había estado su pierna.

Había tenido la oportunidad perfecta para terminar con todo aquello y lo había arruinado. No había podido matarla, mi cuerpo había sido demasiado lento y ella se había telestransportado.

Entré en shock, mi cuerpo comenzó a temblar y lagrimas de rabia salían de mis ojos.

Todavía todo continuaría, todavía no había terminado.

Amelie y Marissa llegaron rápidamente a auxiliarme. La diferencia entre ellas era que sólo una sabía la verdad y la otra pensaba que la torpe de Samara había tenido otro accidente.

— ¿Te encuentras bien? ¿Qué te duele? ¿Por qué lloras? ¡Sam, dime de una vez que es lo que te duele! — Gritaba Marissa, quizá mas asustada que yo misma. Me dolía la decepción, todos confiaban en que yo podría terminar con todo y había fallado.

Me levanté del frío hielo de la pista y aparentando que lo que me dolía era el orgullo por haber caído de esa manera, salí de la pista enojada.

¿Por qué Coraline me había dado esa oportunidad? ¿Por qué ella me había salvado si quería matarme? En ese momento en el que tenía un segundo más para pensar todo se volvía más y más confuso.

— Ya habrá otra oportunidad. — Intentó consolarme Amelie.

— ¿Oportunidad para qué? No es tan grave haberse caído... no necesita otra oportunidad para patinar sin hacerlo. Son cosas que suceden y ya. — Interrumpió Marissa con lo que ella entendía, pero Amelie y yo estábamos en otra discusión.

— ¿Y eso cuando será? ¿¡Es que acaso tengo que pasar toda mi vida intentando hacerlo!? ¡Ella ya lo logró una vez, y puede hacerlo cuantas veces quiera!

— Ella tuvo cierta ventaja la última vez y no dejaremos que eso vuelva a ocurrir.

— No entiendo... ¿Estabas jugando carreras con alguien? — Quería seguir ignorándola, pero debía darle una respuesta.

— Sí, Sea, estaba jugando carreras. Y no quiero que me digas mas nada al respecto. — Contesté mirándola de reojo a Amelie. Ya sabía que sin la ayuda de Amelie se vendría un sermón de Marissa y realmente tenía demasiadas cosas en mi cabeza como para también tener que escuchar los reproches que causaban una mentira.

Amelie asintió y justo cuando Marissa comenzaba a tomar aire para comenzar con la reprendida, tan solo cerró la boca.

— Solo ten más cuidado la próxima.

Me quité los patines y no procuré esperar al grupo, el hotel estaba sólo a un par de calles y podría ir caminando. No quería estar más en ese lugar.

Pensé que Amelie estaría detrás de mí como un perrito faldero, pero no salí del lugar sola.

Obviamente no estaba sola, alguno de ellos estaría rondando para “protegerme”.

— Vamos, me sentiría más cómoda si puedo verte. — Le dije al aire esperando que Lance o Hanna aparecieran en cualquier lugar, pero fue Benjamin quien apareció.

No hacían falta las palabras, yo continuaba llorando por la rabia y sólo necesitaba el confort de sus brazos. Me tiré sobre él, lo abracé con todas mis fuerzas y al poco tiempo derrumbándome, dejando que él fuera mi sostén.

— Ya, Sam. No te aflijas.

— Es que no entiendo. Estoy confundida. Si ella quería asesinarme... ¿Por qué me salvó?

— Eso es lo que ella quiere, confundirte... Yo me siento muy orgulloso de ti. Descubriste como asesinarnos.

— No del todo. No entiendo... ¿Por qué un espejo?

— Porque nosotros no podemos reflejarnos en ellos a menos que nuestra sangre tenga contacto con el mismo, entonces y sólo entonces nos reflejamos y morimos.

— Ahora tiene algo más de sentido, supongo.

— Vamos, regresemos al hotel.

— Tengo que devolver el traje de nieve y queda de camino allá.

— Si, pero no puedes quedarte así de desabrigada con el frío que está haciendo.

— Control mental... ¿recuerdas? Tú me enseñaste.

— ¿Estas segura?

— Por supuesto.

Poco a poco fue cayendo la noche y nosotros caminábamos sin decir nada. Era mucha la tensión, él estaba muy alerta a cada pequeño sonido.

— Benjamin...

— ¿si?

— Si algo me llegara a ocurrir...

— No morirás, Sam. Eso te lo puedo asegurar.

— Pero si ocurriera...

— No lo hará. — Volvió a interrumpirme.

— Te amo y quiero que lo sepas. Nunca en la vida pensé que un sentimiento así podía generarse en mí y más allá de que nunca sé si estoy siendo manipulada, si lo que recuerdo es lo que realmente sucedió o si lo recuerdo todo... no me arrepiento de nada. No sé la historia completa, pero siento que debo pedirte disculpas, porque todo recae sobre mis hombros y no hago más que equivocarme una y otra vez.

— Tú no tienes la culpa de amarme. Yo fui el que...

— No. Es mi culpa. Pero si tú quieres seguir pensando que es al revés, quiero que sepas que te perdono. Te perdono por todo lo que creas que hiciste mal o todo el daño que crees que me provocaste. Pero hay algo por lo que nunca te voy a perdonar...

— Lo entiendo. No importa qué sea, por mi culpa es que tú moriste...

— Nunca te voy a perdonar por haberme demostrado lo que es el verdadero amor — Lo interrumpí. — y por hacerme desearte y anhelar tu consuelo como necesito al mismo aire que respiro.

Nuestros labios tuvieron contacto, yo lloraba, nunca había dejado de hacerlo en verdad.

Continuamos caminando por la vereda de aquella fría ciudad hasta que la manzana termino y debimos cruzar la calle.

Entonces todo volvió a ocurrir demasiado rápido. La alarma que sonaba en mi sueño se escucho a lo lejos acercándose a gran velocidad, Benjamín me empujó y él fue el atropellado. Terminó desmayado unos cuantos metros más adelante y yo tumbada a un costado.

— ¡Benjamin! — Grité sacando fuerzas de no sé donde. El parabrisa se había cortado en pedazos inclusive el espejo del costado del auto. No sabía exactamente cuando volvería a tener oportunidad de acabar con todo, pero intuía que sería rápido, por lo que tomé el pedazo afilado de vidrio y lo guardé en mi bolsillo.

Con el dolor de la caída me levanté, necesitaba ver a Benjamin más de cerca, comprobar que todavía respiraba.

No estaba muy segura de si los demonios podían morir de esa manera, pero la angustia me llenaba y era lo único que podía pensar.

Entonces ella bajó del auto con la alarma aun sonando.

— Creo que ahora podremos hablar.

— ¡Yo no quiero hablar contigo! — Dije al tiempo en que con dolor en mi pierna rengueaba hasta donde se encontraba tirado Benjamin.

— Descuida... él está bien. Solo su materialización está desmayado, pronto volverá en si.

— ¿Por qué quieres matarme? ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Es que no sabes la historia?

— ¿Por qué te tomas la molestia de preguntar? No hace falta que seas así de hipócrita, sé que puedes leerme la mente.

— No, todavía no lo hago. Aunque no entiendo por qué.

— Sé lo suficiente de la historia como para saber que hay un lado bueno y un lado malo.

— ¿Y cuál crees que es cuál?

— Tú me mataste y quieres hacerlo nuevamente... ¿quieres que diga más o con eso queda lo suficientemente claro? — Su rostro se descompaginó, pero no en ira, sino tristeza.

— Tú crees que yo soy del lado malo. — Ella comenzaba a llorar, incluso me daba lástima. Ya no comprendía nada de lo que ocurría. — Si tan sólo te hubiera encontrado antes... estas completamente manipulada. — Si ella buscaba confundirme, lo estaba logrando. Más en aquel punto en el que no yo sabía cuál era mi voluntad impuesta y cuál era mi verdadera voluntad. — ¿No has pensando en por qué te salvé la vida hace rato? Si yo te quisiera muerta, ya lo estarías. Ahora mismo podría hacerlo.

— ¡Entonces hazlo! — Ordené.

— ¡No! ¡Nunca podría hacerlo! — Dijo en un grito desgarrante de dolor.

— Ya lo hiciste una vez.

— No quise hacerlo.

— ¿Ah no? ¿Y entonces por qué lo hiciste?

— Por lo mismo que ahora, Madds. Te están manipulando, te están alejando de mí.

— Por supuesto que me alejan de ti, tú eres mi asesina.

— ¡Yo te amo, Madds! Todo lo que hago lo hago por amor. — Ok, eso no era algo que yo me esperara. Benjamin poco a poco comenzaba a despertar e intentaba ponerse de pie. — ¡Desde que ese apareció tu cambiaste y me dejaste! No me quedó otra salida que asesinarte, para que reencarnaras sin memoria... Te encontré primero cuando naciste pero tu estúpido padre ruso y brujo puso un conjuro de protección sobre ti para que no pudiéramos verte ni escucharte ni tocarte ninguno de nosotros.

< Y ahora ellos te hacen odiarme... ¡Es a él a quien debes matar y no a mí! — Tenía sentido todo lo que ella decía y por primera vez me estaban contando las cosas. Por primera vez yo no me sentía entupidamente ignorante.

Puse mi mano en el bolsillo y tomé el puntiagudo espejo. Al fin encontraba a alguien en quien podía creer y ya sabía a quien era que debía asesinar.

Miré sus ojos y me acerque.

— Yo también te amo. — Susurré en su oído. Ya que iba a cometer el crimen, por lo menos deseaba que muriera feliz.

Entonces lo hice.

Le clavé el espejo y miré hacía donde lo había clavado sólo para hacer que su mirada fuera al mismo y así viera su reflejo.

Lo había echo y con eso todo el drama y el enigma se terminaría. Se venía una nueva era y sería la era de la verdad.

Podría haber confiado en Benjamin, podría haber confiado en Coraline... pero yo confié en mi corazón.

Y mi corazón... gritó Benjamin desde que todo comenzó.

Coraline cayó sin vida en aquel pavimento e instantáneamente miré al amor de mi vida, a quien me había llevado a eso. Él se estaba sosteniendo fuertemente en el mismo lugar del cuerpo en donde había clavado el espejo en Coraline y sin entender nada, comprendí todo.



— Encuéntrame. — fue todo lo que dijo antes de desvanecerse en el aire. Benjamin había muerto.

5 comentarios:

  1. WHAT?! ese final? Mica queres que muera de un ataque o que? diosss! Que buen capitulo! ESPERO EL OTRO! Apurateee!! Besote (:

    ResponderEliminar
  2. rayos se kedo interesantisimo, tiene mucho suspenso, pero ya kiero conocer el siguiente capitulo, como siempre te felicito eres muy buena

    ResponderEliminar
  3. WHAAAAATTTT que hiciste me dejastes atonita estaba muy inspiradaaaaaaa , bueno esta buenisimo el capitulo todos los dias reviso jajajaj te felicito muy buenoooooo publica pronto

    ResponderEliminar
  4. Que Pasaa Pues!! Me dejastee con ganas de seguir leyendoo, pero buenoo Esperare y esperare hastaa que publiques el otroo capituloo, estuvo buenisimoo pero me quedee con dudaaa. esperaree hastaa el otrro :'3

    ResponderEliminar
  5. Ok, no entendí nada...! Me llamó mucho la atención, la verdad. Muy bueno...! Pero por qué lo mató!!!!! Es como muy raro, todo, YORI! Espero respuestas en el próximo capítulo!!!!! Coraline es lesbi o sólo una amiga enfermiza!

    La verdad es que está muy bien planteado eso de la confusión, o sea, que le hacía creer a Sam que la verdad (y la bondad) estaban del lado de Benjamín??
    Cual era la posibilidad?

    Qué fue lo que pasó?

    Voy a leeer!

    ResponderEliminar